domingo, 21 de diciembre de 2014

CUENTO DE NAVIDAD 2,0


        Gonzalo Salvatierra , Don Gonzalo para sus pobres empleados y sus numerosos pelotas, era como un Mister Scrooge a lo moderno: ropa de marca para las reuniones, aunque sus pijamas se conservaran año tras  año, remiendos incluidos, en bolitas de alcanfor; móvil de ultima generación, aunque en su apartamento la calefacción se pusiera solo en los días más fríos, que la factura de la luz se va por las nubes; coche caro aunque siempre al mínimo de combustible, porque el fin de semana se encerraba entre cuatro paredes  y de allí no lo movía ni una grúa Lozano. Pendiente siempre del que dirán,  de la imagen, del aparentar, del POSTUREO que se dice hoy en día, su aire juvenil y cool , que paseaba, siempre en solitario, por los cafés de moda, por los restaurantes más recomendados,  escondía en realidad un viejo huraño y desconfiado que su mal genio y su prepotencia dejaba escapar demasiadas veces al exterior.Aprendió algo de ingles porque para figurar en la empresa lo necesitaba, pero cuando lo sacabas de lo profesional, de las cuatros conversaciones simples, se empatanaba por que como tantas cosas en su vida, su dominio de la lengua de SHASKESPEARE  era  solo un paripé, una fachada.
     Parecía generoso, pero solo lo era cuando alguien con más dinero que el o al que hubiera que engatusar lo estuviera viendo porque en realidad era más agarrado que un mono a un columpio, le costaba un mundo arrascarse el bolsillo. Todo, o casi todo en la vida le parecía superfluo, eso lo aprendió de su puñetero padre, que lo marco con una infancia de rectitud e internados, para forjar el espíritu decía el muy cabrón,  que siendo  ateo, era un fiel integrante de la Hermandad  de la Virgen del Puño.
     El viejo  SALVATIERRA,  siendo inmensamente rico, murió como vivió, hecho un miserable. y GONZALITO  no lloro  mucho su perdida, para que vamos a engañarnos. Su "queridisimo progenitor" le había dejado una cuantiosa fortuna: propiedades inmobiliarias, varias empresas, cientos de millones, le había dejado una infinidad de posibles, pero ni un solo gramo de FELICIDAD.
    A  D. GONZALO la NAVIDAD no le gustaba nada, le parecía un absurdo de fiesta donde la gente le molestaba con sus cánticos y sus risas, donde cualquier detalle, cualquier pequeño obsequio le parecía un despilfarro de dinero, al menos que tuviera el fin de deslumbrar a un cliente o colaborador incauto para hacerle creer que era un empresario ejemplar.Por la misma razón tenia que regalarle a los gandules de sus empleados la maldita cesta de Navidad, la más barata no faltaba más.Un  dispendio que servía, eso sí, para disimular el desagrado que les producía esos jetas que además esa semana, con el rollito de las cenas en  familia, de la paz , el amor y otras paparruchas le pedían echar unas horas menos de las 55, ¡ les parecerán muchas!, que trabajaban el resto de las semanas del año.
     Esta sensación de disgusto de tiempo perdido en tonterías no la había entrado ahora que ya su reloj vital pasaba de los cincuenta, sino desde que eran un jovenzuelo que intentaba eludir la invitación de los amigos, los pocos que intentaban entenderlo y se acostaba pronto durante todas las Fiestas.Esta actitud de amargado, de tío que solo vivía para amasar dinero y poder, fue lo que hizo que su mujer, ¡ que ciega estaba la pobre !, le acabara dejando, harta ya de vagar como un alma en pena al lado de semejante muermo, con cenas mediocres, cuando no pobres, cuando estaban a solas, con el frigorífico con eco casi todos los días,  y representando el papel de esposa  feliz, radiante,  al lado de un hombre triunfador y alegre, cuando había “PUBLICO” delante.



     GOBE, es un joven centroafricano, los cantos de sirena, las luces engañosas y los colores de neón, que veía, aunque con dificultad, en la única televisión de la aldea, en los descansos de los partidos de fútbol del REAL MADRID o el BARCELONA, le hipnotizaron y le empujaron a la locura, más que a la aventura, de cruzar medio continente, de  soportar miles de penalidades, calor abrasador en los días, frío devastador en las noches de la  inmensidad del desierto TENERÉ, de hacerse duro, de  cerrar su corazón a las emociones, y sus ojos a las atrocidades, robos y asesinatos de compañeros a manos de ladrones, de guerrillas, en esa larga e interminable travesía en busca de ese PARAISO de coches de lujo, de famosos del cine, de mujeres con hermosos vestidos y joyas, de alegría y diversión que le alejaría para siempre de las hambrunas, de las epidemias, de la muerte, sobre todo de la persecución religiosa, GOBE es cristiano, y el miedo constante.Tras contactar con las mafias, y de entregarle casi todo el dinero que llevaba, consiguió en una patera, asinado con otros muchos como el, llegar a nuestras costas. Habían tenido  mucha suerte en no zozobrar y terminar engullidos por el mar, habían sido muy afortunados en no ser interceptados por las patrullas de la GUARDIA CIVIL , que les forzarían a volver de nuevo al infierno de donde salieron, y  ¡  por fin !,  la tierra prometida, aunque después de ver como las mujeres habían sido violadas , habían sido forzadas una y otra vez durante el viaje, por muchos hombres desesperados y enloquecidos por la dureza de la soledad y la falta de amor, no se arrepentía de no haber llevado con el a su amada esposa, casi una niña, ADMILA , a pesar de lo doloroso de la separación.Todos estos sucesos volvían ahora a  la mente de GOBE,como una atropellada película, cinco años después de llegar a nuestro país, cuando ya tenía más que asumido que los sueños, más las mentiras que nos vende en 625 líneas, son siempre mucho más hermosos que la verdad, que la realidad.
        Porque los comienzos habían sido duros, muy duros,  sin poder hacerse entender por gentes que muchas veces lo miraban con extrañeza, otra con desprecio, las más con indiferencia, las menos con pena, siempre escondiéndose de la POLICÍA por temor a la deportación, deambulando de ciudad en ciudad en un país extranjero, muy distinto al suyo.Si es verdad, veía los coches, las mujeres hermosas y blancas como la leche, las  calles luminosas y llenas de tiendas de lujo, pero todo le parecía tan inalcanzable como cuando lo veía por el televisor.Porque el o estaba solo o rodeado de otros hambrientos y sucios como el, al lado de mujeres africanas que se vendían a cualquiera por unos pocos billetes.Y paso hambre, mucha hambre, y pidió limosna, y comió cuando mejor, en los comedores sociales que los más avezados le enseñaron, y durmió al raso de los parques, escondido entre los setos, y algunas noches en los albergues, en ALMERIA, en MALAGA, hasta llegar a SEVILLA, siempre en el sur, donde le dijeron que el clima era más benigno, las gentes más simpática y generosa, donde se vivía más en las calles por lo que empezó a contactar con algunos como el, y empezó a vender pañuelos en los semáforos, a limpiar los parabrisas, todo lo que fuera honrado, con tal de sacar algo  de dinero.
            Un día un compatriota le comento que había oído que un tipo blanco iba ofreciéndole trabajo a inmigrantes sin papeles con tan solo una condición, no hacer demasiadas preguntas. GOBE, estaba ya cansado de estar de sol a sol en las grandes avenidas, entre los coches, y aunque casi siempre la gente era amable y educada, a veces encontraba malas caras cuando no, algún energumeno que incluso lo insultaba y se llevaban los pañuelos sin pagar, para sacar una miseria, y menos mal que había conocido a una pareja de homosexuales egipcios que se dedicaban a la venta ambulante y que le dejaban una habitación en su pequeño piso del barrio de EL CEREZO por poco dinero, ¡ cuantas veces les pago menos o incluso nada !, ¡ cuanto cazadoras, camisas, vaqueros les habían regalado !, sus "ángeles de la guarda" siempre estaban allí para ayudarle.GOBE, vio en aquel enchaquetado hombre blanco su oportunidad de legalizar su situación, de sacar un sueldo digno, de poder intentar traer de  AFRICA a su amada ADMILA, y se entrevisto con el.



      Y así fue como llego a SALVATIERRA DE RESIDUOS, S.C., donde ya llevaba tres años.Bien es verdad que aún no había conseguido ningún mes ganar más de cuatrocientos o quinientos euros; bien es verdad que aún no tenia los papeles,  ¡ siempre la eterna promesa !, bien es verdad que llegaba a la inmensa nave donde clasificaba la chatarra de inmensos montones de hierros, aparatos viejos y en desuso, a primera hora de la mañana y salía más allá  de las ocho de la tarde; bien es verdad que a veces se tenia que esconder con otros once operarios en un oscuro sótano, cuando venía una inspección, pero no hacía preguntas, porque el dinero era seguro a fin de mes, porque tenía el fin de semana libre para recorrer toda la ciudad que le parecía muy hermosa, para hablar desde el locutorio con su amada,para empezar a conocer gentes de las que merecía la pena, de las que como el decía en su "gracioso" español, " son tan hermosas por fuera como por dentro" , para comprar algún regalito para sus queridos hermanos árabes que le ofrecieron su cariño y su hospitalidad, para ir bien vestido, sin vergüenza, lleno de felicidad,  la mañana del Domingo a una inmensa iglesia a escuchar misa, a contemplar entre plegarias lo hermosa, aún en la diferencia con la suya, la belleza de la Virgen, de esa Madre a la que todos llaman Ntra. Sra. de la ESPERANZA.


      ¡ Que hermoso nombre, ESPERANZA !, de ella estaba lleno el corazón de GOBE, ahora en esta mañana del día de NOCHEBUENA, cuando toda  su odisea en ESPAÑA pasaba rauda por su mente mientras tomaba un te con sus amigos egipcios sentado frente a la terraza de su pequeño salón.Porque hoy era un día muy, pero que muy especial para GOBE, uno de los días más hermosos de toda su vida, porque,  ¡ gracias a DIOS ! , después de cinco años, su ADMILA, volvería a encontrarse con el; su amada esposa llegaba a SEVILLA, con un visado de turista, ya verían la forma en que se quedara, y tras un largo viaje en avión, y después en autobús desde MALAGA,  que a nuestro amigo le había supuesto muchos meses de ahorrar, euro a euro, podría de nuevo abrazarla, apretarla fuerte contra su pecho y besarla.GOBE no cabía en sí de felicidad; los nervios no le permitían estar quieto, ¡ tenia tantas cosas que hacer !, compra alguna cosilla especial para la cena de la noche, lo poco que diera con lo que le había quedado ese mes del sueldo, tras descontar el dinero del primer pago del anillo que había encargado en una joyería del centro y que ahora, en su vieja bicicleta, se disponía a recoger.
       El centro de SEVILLA era una cascada de sonidos, un torbellino de personas que iban, como miles de hormigas, de aquí para allá, cargados con bolsas llenas de lazos, de dorados, de regalos; con el rostro sonriente, saludando a sus conocidos, con la felicidad en los labios, con un sonoro "FELICES PASCUAS".Por las calles, por las tiendas, por los bares se respiraba la fiesta, y era de esas pocas veces, que las prisas eran por tenerlo todo listo para la diversión no para llegar a la hora al jodido trabajo o a la fastidiosa reunión.GONZALO SALVATIERRA, estaba hoy de malhumor, incomodo, aburrido, pero como no tenia nada  que hacer, los malditos trabajadores, o eso dicen ellos, le habían convencido para dar el día a cuenta de las vacaciones, ¡ otro invento de vagos !, y encima, la criada también tenia el día libre, ¡ el maldito buen  corazón  de su ex !, se decidió  a aventurarse entre ese río de cretinos risueños para ir a tomar algo, cercana ya la hora del mediodía, a un bar que le habían recomendado. Con su imagen impoluta y maqueada de siempre, con su perenne SHOPPER de bandolera, con su cara de pocos amigos, que ha veces cambiaba si se cruzaba con "alguien" por una forzada sonrisa y un seco "buenos días", cruzo desde la calle CANALEJAS donde vivía hasta la ALAMEDA, para buscar "LA DUQUESITA", el establecimiento que le habían recomendado.Por lo aún temprano de la hora, el local tenia muchas mesas libres pero GONZALO se sentó en la más arrinconada de todas, casi de cara a la pared, y tras pedir,de forma autoritaria aunque educada, una copa de vino, abrió el maletín y saco sus casquitos, los enchufo a su tablet, y mientras escuchaba algo de música, se puso a repasar documentos. Como siempre, se aislaba del Mundo, de lo que el genial MIGUEL RIOS, denomino el RUIDO DE FONDO, para no tener que aguantar ni risotadas, ni conversaciones vacuas de niñatas, ni el ir y  venir de las camareras, ni el trajinar de la barra; allí, aislado de todos, en su mundo de acciones y contratos, naufrago en una isla de dividendos, mientras el océano de la VIDA rugía a su alrededor.


         El trafico, como casi siempre,  era denso, y más en estos días de muchas compras en que parecía que había hasta más coches, menos mal que con el carril-bici se ganaba en rapidez y seguridad, siempre, eso si, que no hubiera ningún obstáculo. GOBE, tuvo que frenar su bicicleta de repente, porque un taxi invadía con las ruedas del lado del pasajero parte del carril verde; una señora muy hermosa, como la de los anuncios: melena rubia, un abrigo de piel, largas piernas sobre unos altos tacones, se apresuraba, cargada de paquetes y bolsas, a subir en èl. Cerro fuerte la puerta y el taxi salió raudo.Cuando de nuevo iba a poner en los pedales los pies, GOBE observo que en el suelo había un paquetito entrelargo con un bonito lazo, lo cogió rápidamente, suponiendo ya que seria de la bella dama, y leyó una inscripción:  ABRINES. ¡ Era un regalo , una joya!, y seguro que caro, porque el, en sus paseos de fin de semana, se había parado multitud de veces a contemplar las prohibitivas maravillas que había en los escaparates de ese establecimiento. Sin pensarlo, se salio a la calzada y empezó a pedalear con fuerza, tenia que devolverlo, siempre había sido un tipo honrado,ni en los peores momentos de su vida, ni en el largo éxodo de su tierra hacia ESPAÑA había robado nunca, ni lo más insignificante, y precisamente hoy no iba a ser la primera vez, más, teniendo en cuenta que el paquete de la señora rica, podía ser para un ser querido, su marido, su hijo, su madre.De repente cayó en que tendría que alcanzarla pronto pues,  precisamente, la joyería donde iba a recoger el anillo para su ADMILA, cerraba en una hora y conducía en sentido contrario, pedaleo con más fuerza y consiguió alcanzar al taxi.Las señales, los aspavientos que hacía con sus manos no conseguían llamar la atención del taxista que no paraba el vehículo; hasta que no consiguió sacar el paquetito y enseñarlo al aire, la mujer, que lo vio,  empezó a rebuscar entre las bolsas, y muy nerviosa, le dijo al conductor que parara, GOBE, estaba exhausto, pero consiguió explicarle lo ocurrido no si antes pedirle que se tranquilizara; la mujer, calmada, le contó que era un regalo de Navidad y cumpleaños al mismo tiempo, un magnifico reloj para su  marido,  y muy agradecida, no solo tenia oro en el cuello y en las orejas, también lo llevaba en el corazón, lo que decía GOBE, era tan hermosa por fuera como por dentro, y tras darle la mano, le alargo dos billetes de cien euros que saco de una lujosa cartera, después pidió al taxista  que arrancara y siguió su camino.Nuestro amigo africano no se lo podía creer, efectivamente ese iba a ser el mejor día de Nochebuena de toda su vida.La certeza de que su suerte definitivamente estaba cambiando desde ese día le dio alas a nuestro amigo africano, y corrió, y corrió, y llego a la joyería a por el anillo de su amada, y releyó, una y otra vez,  con una sonrisa en los labios, para que todo estuviera correcto, la inscripción que en su lengua natal mando grabar en su interior : GOBE-ADMILA, JUNTOS PARA SIEMPRE, y una vez envuelto en un precioso papel y a buen recaudo en su mochila, fue a comprar carne de ternera y cordero, arroz y dátiles, y dulces y alguna botella de vino, sus amigos egipcios eran coptos no musulmanes por lo que no lo tenían prohibido. 
      Al salir de vuelta con todas las compras, ¡ otra señal del destino !, vio cruzar la calle a lo lejos al señor que lo contrato sino hacia preguntas, Desde aquel día hacia ya tres años, no había cruzado ninguna palabra con el, y aunque el sueldo no era largo y las horas eran muchas, aunque no sabia nada de sus papeles y estaba ese fastidio de tenerse que esconder de cuando en cuando con los compañeros en el húmedo sótano del almacén, pensó en abordarlo para agradecerle que hubiera sido el que le hubiera abierto la puerta para su nueva vida.Pero rápido se dio cuenta que ese encuentro podría importunarle por lo que desestimo la idea, pero sabía que el verlo después de tanto tiempo, y precisamente ese día,tenía que significar algo, no podía truncar la buena suerte, sabia su nombre, GONZALO SALVATIERRA, y seguro que buscándole las cosquillas a algún encargado le daría su dirección, le mandaría una nota de agradecimiento, o mejor aún, un regalo de Navidad, no le quedaba mucho dinero, tan solo cien euros, ya que lo que traía más otro cien de la bella señora ya lo había gastado, entonces a la mente se le vino un reloj, no de ABRINES, ¡ claro !, pero seguro que en el cercano CORTE INGLES encontraría algo por ese precio.


        La sonrisa de dientes blanquísimos de GOBE, casi podían reflejar el rostro de la dependienta que tan amablemente le había atendido y mientras que le preparaba un precioso LOTUS, mejor que cualquier reloj que el nunca hubiera tenido, en un coqueto estuche, el escribió una nota que también puso en el interior; con el estuche convenientemente envuelto y en su mochila junto al anillo de su amada, volvió como una bala a por su bicicleta, eran más de las cuatro y solo había comido un bocadillo, pero estaba radiante de felicidad, tenía el tiempo justo para llegar a la calle CANALEJAS, dirección que un encargado marroquí le había dado,no si antes hacerle saber que en caso de problemas el no quería saber nada, localizar el domicilio de su jefe y poner en su buzón el paquete; este no entraba del todo por la apertura, pero nuestro amigo pensó que en un edificio tan lujoso nadie lo cogería para quedarselo.El tiempo se le echaba encima y no podía entretenerse más porque sobre las seis llegaría su esposa a su piso del CEREZO, y el tenia que estar allí, guapísimo y elegante,con un ramo de flores, para recibirla.
         Y vaya si llego, y vaya como lucia como un autentico príncipe, cuando por fin sonó el timbre, y al abrir se encontró la sonrisa tímida y nerviosa, el cuerpo menudo y frágil ,casi de una niña,  de su ADMILA, que le pareció aún más guapa que cuando la dejo en AFRICA cinco años atrás.Se fundieron en un intenso abrazo, le entrego las flores, que ella olió como si nunca hubiera aspirado un aroma parecido en toda su vida, le puso el anillo en el dedo y a ambos se le escaparon algunas lágrimas de emoción; y se besaron, se besaron con un romántico y largo beso que pareció durar una eternidad.



          Al caer la noche en el barrio de EL CEREZO, el bloque era una inmensa ascua de luz, ninguno de sus vecinos recordaba una Fiesta de Nochebuena tan especial; la ALEGRIA, como los niños, saltaba por las escaleras de planta en planta y entraba en los pisos con las puertas abiertas de par en par, por donde llegaban los olores de las viandas que cada uno, en su pobreza, podría aportar.              
         Allí se reía y se charlaba, Y entre bocado y bocado, entre un brindis y otro, ADMILA y GOBE, como dos jóvenes quinceañeros que se acabaran de enamorar se besaban y se hacia arrumacos por cada esquina, por cada habitación, dando rienda suelta a sus sentimientos,  mientras el aire se llenaba de tradicionales cánticos de SENEGAL y de CHAD , de NIGERIA y BURKINA FASSO, de  MARRUECOS y MALI, hasta se cantaron viejos villancicos con aires andinos de ECUADOR  y PERU. con un lazo de fraternidad perenne se unieron amistades sin distincíon de raza,de credo o de lengua, porque se estaba hablando el hermoso lenguaje de la paz, de la tolerancia y el amor.
            En otro punto más centrico de la ciudad, en un apartamento con muebles de diseño y buenas pinturas en las paredes, un tipo enfundado en un viejo batín de raso,  era un continuo bostezo, harto de ver películas antigua en su inmenso televisor de plasma, de releer el CINCO DÍAS y el EXPANSIÓN, de comprobar como los resultado de la BOLSA, lo único que conseguían era amargarle aun más la existencia, y tras una frugal cena: sopa, algo de queso viejo, un poco de un buen jamón  que un, según el, petulante y engreido colaborador,  le había regalado,  y tarta de queso de postre, GONZALO SALVATIERRA, cansado ya de la compañía de la única amiga que siempre estaba a su lado, la SOLEDAD, se disponía a acostarse, cuando sonó agudo el timbre de la puerta. "Quien demonios sera a estas horas ", entre exabruptos y maldiciones se escapo de su boca, mientras comprobaba que eran cerca de las doce en su lujoso CARTIER de pulsera.Como tardaba en abrir quien fuera seguía y seguía insistiendo. " Ya va, ya va, no sea tan insistente", bramo mientras se cambiaba de batín y se colocaba el flamante y caro de CAVALLI que guardaba para cuando venía el medico o alguna visita.
                Al abrir la puerta se encontró con una pareja de jovenzuelos muy bien vestidos con aires de fiesta , el llevaba un paquete en la mano, y extendiéndoselo le dijo: "Buenas noches D. Gonzalo, soy el hijo de su viejo amigo Luis, mire esto sobresalía de su buzón, y antes que algún listillo se lo quite, mi padre, ya que salimos para la casa de unos amigos, me pidió que se lo entregara.Adios, Felices Pascuas".Antes de que pudiera darles sus consabidas gracias de compromiso, cosas que por otra parte le costaba un mundo, la parejita entre risas y achuchones se perdieron corriendo en el ascensor.
                   D. GONZALO SALVATIERRA ,ponía con una letra manuscrita que no conocía de nada; con extrañeza abrió el paquete y al ver un sencillo estuche de EL CORTE INGLES , exclamo entre fastidiado y decepcionado, aunque no se esperara ninguna sorpresa: "QUE VULGARIDAD".Con desdén lo dejo sobre la mesa sin abrirlo y se dispuso a acostarse.Pero la curiosidad es mala compañera de cama, y al rato se levantaba para comprobar que era un sencillo reloj metálico LOTUS lo que algún desconocido había puesto en su buzón, leyó entonces la nota que lo acompañaba: "GRACIAS POR ABRIRME EL CAMINO HACIA LA ESPERANZA", GOBE N.DUJI".Ese nombre no le sonaba para nada, pero parecía africano, y las únicas personas de ese continente que podían conocerle eran empleados suyos, no se trataba entonces de una broma, entonces rebusco entre un montón de dossieres arrugados, de carpetas abandonadas que tenia en lo alto de la mesa del despacho, y meditabundo empezó a releer uno mientras se dirigía al dormitorio.
    Pasada las dos de la mañana, la fiesta en el piso de los egipcios hacia ya algún rato que había ido apagandose; las familias con niños pequeños se habían retirado a dormir y los demás iban a tomarse una copa en algún bar amigo.
     Hasta los propietarios, más en un gesto complice hacia la recién llegada que por ganas , se fueron diciendo que rematarían la noche en la juerga de unos amigos en un "local de ambiente".El más joven de los dos con tono picarón le dijo a GOBE: "Vamos valiente, ahora os toca a vosotros celebrar vuestra "nochebuena" particular".Por fin, el momento que durante cinco años tantas veces habían soñado; sobre un gran colchón que una vieja vecina le había regalado al saber de la llegada de su esposa, tirado sobre una alfombra de rafia, no tenia aún la cama de matrimonio, GOBE miraba a ADMILA, ADMILA miraba a GOBE, y se iban desnudando, primero con los ojos, después con los labios, hasta terminar arrancándose atropelladamente con las manos, las pocas ropas que le quedaban.Entre gemidos, susurros y palabras de amor, dos cuerpos desnudos, hermosos, temblorosos de  emoción y nervios, uno frente al otro, hasta ser solo uno en un nudo sin fin, hasta desbordar el río del PLACER, del DESEO, de la PASIÓN.

     El primer día de trabajo tras las fiestas, GOBE, aguantaba estoicamente las bromas picantes de sus compañeros, y no era para menos porque en su cara se notaba que se había desquitado con creces de los años de abstinencia sexual.          
    Su risa bobalicona y las ganas de cantar le delataban y eran irrefrenables; agachados buscando hilo de cobre en los motores de viejas lavadoras reían y se contaban chistes sin parar, de repente algo inesperado e increíble, la silueta de D. GONZALO SALVATIERRA se recortaba a lo lejos bajo el tenue sol de la mañana, los cánturreos y las risas se cortaron de golpe, pues la fama de hueso del dueño de la empresa era notoria entre sus trabajadores.
    Cruzo la inmensa nave andando lentamente y  se acerco al grupo donde estaba GOBE  que con un poco de miedo disimulaban como podían. De repente se paro delante de el y solo dijo estas escuetas palabras: " GOBE gracias, muchas gracias ", después volvió sobre sus pasos y se alejo rumbo a esas oficinas de las que en tres años todos estos asombrado operarios jamas lo habían visto salir.Iba como siempre impoluto y elegante: colonia cara,  camisa a medida, traje de ARMANI, mocasines italianos de piel,  pero había algo insólito en su imagen de esa mañana que resultaba chocante, en su muñeca parecía brillar un sencillo reloj metálico, y a algunos , cuando ya estaba a lo lejos, le pareció oírle cantiñear quedo un viejo villancico español.Sí, en un mágico milagro, una hada, un duende, o un diminuto ángel hubiera mirado dentro de su inseparable bolso de bandolera, hubiera visto, perfectamente clasificados, doces dossieres con nombres africanos junto a toda la documentación para la afiliación y alta en la SEGURIDAD SOCIALSi , definitivamente, algo maravilloso había sucedido esa madrugada.Y es que como siempre he pensado, no es la NAVIDAD quien hace buenas a las personas, sino que son las personas las que hacen buena a la NAVIDAD.



ENVÍO : A todos los GONZALO SALVATIERRA, para que cambien su vacía existencia, para que sepan valorar lo que realmente importa y empiecen a disfrutar la vida, antes de que se le aparezcan todos sus fantasmas, o lo que es peor, que venga a buscarlo la PARCA.
              Por supuesto a todos los GOBE, ADMILA, AMANTES EGIPCIOS,  SEÑORA DEL TAXI, VECINA DEL COLCHÓN , a mis amigos los SOÑADORES, a todos los MÍOS, en definitiva a todas las personas de corazón inmenso, de sentimiento tan brillantes como la Estrella que alumbró BELÉN, a todos esos que son tan guapos por fuera como por dentro. a todos FELICES PASCUAS y que sigáis con vuestra existencias  haciendo más hermosa la NAVIDAD.
TRIBUTO Y AGRADECIMIENTO: A CHARLES DICKENS, por haberle legado al Mundo el que, al menos para mi, es el más precioso cuento para estas fechas.
              

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