lunes, 8 de octubre de 2012

VIEJO CORRAL DE VECINOS

      
                     Ya no hay Cruces de Mayo en el barrio, ya no tiene la alegría de antaño, ya casi no quedan vecinos pero el corral sigue allí.
         Entre esconchones, entre humedades, entre puntales y vigas que a duras penas lo mantiene en pie.
         Vosotros lo miráis con ojos cansados, apuntalados también por un bastón y un andador que a duras penas pueden con vuestras viejas piernas que ya no pueden ni con vuestros cuerpos, ni con vuestros años; con el semblante preocupado porque no sabéis si el techo aguantará mucho más, si será capaz de resistir las próximas lluvias.
          Por vuestras cabezas pasa con nostalgia toda una vida llena de alegrías y sinsabores, de anécdotas y recuerdos.
          Y recordáis con orgullo vuestra unión, vuestra lucha en los malos, en los duros momentos: aquellos días de temor, de incertidumbre de los días aciagos de las riadasaquellos otros, más cercanos en el tiempo, de ira, de pelea hasta lo imposible, de dignidad por defender lo vuestro, de solidaridad de unos pocos, cuando muchos fueron despojados de sus techos, de sus raíces, tratados como "bichos" que infectaban un suelocada vez más valioso, más rentable, en las mentes de caja registradora de los tiburones especuladores, de aquellos que no dudaban en usar cualquier  treta, cualquier sucia artimaña, para cansaros, asustaros y que os marcharais con las migajas, incluso mandadoos a los buitres carroñeros de los "asustaviejas"como con  otros de vuestros vecinos lo consiguieron.Pero vosotros, contra viento y marea, sufriendo penalidades y presiones de todo tipo, resististeis como un barco de quilla fuerte, de velas libres al viento que se resiste a hundirse, y al que solo el golpeo de las olas de los años, la carcoma del paso imparable de la vida consigue hacer zozobrar.
           Y recordais con alegría, con emoción, los momentos felices vividos entre esos muros blancos, recordais cuando el corral era un hervidero de gentes sencillas, trabajadoras, cuando el eco de las risas de los niños resonaba entre las paredes encaladas; y recordáis con lágrimas en los ojos los bautizos de vuestros hijos, y las comuniones, ¡ que fiesta que se montaban !.
           Cuantos momentos inolvidables estáis reviviendo al contemplar las viejas fotos, que como el mayor de los tesoros, guardáis en una algo oxidada lata de carne membrillo, o las que tenéis sobre la alacena. Allí, enmarcadas con el mayor cariño del mundo, también tenéis las nuevas de vuestros nietos, de esos chiquitines que son el azúcar que endulza los días de estos vuestros últimos años cuando, poco a poco,  os quedasteis solos en el viejo corral.

          
 Vuestro últimos vecinos: Antonio y Dolores.El, luchador indomable, compañero de fatiga de los duros años, se fue a  vivir con su hija a las nuevas barriadas; Ella, sonrisa cristalina y voz de ESTRELLITA CASTRO, ingresó en algún asilo al enviudar y no poder atenderla su único hijo. Pero vosotros, siempre juntos, siempre a una desde que teníais quince añosa pesar de que os hablaron de mayores comodidades, a pesar de la insistencia de todos, preferisteis quedaros entre esa cuatro paredes, y yo comprendo muy bien el por qué.
              Todo vuestro mundo, toda vuestra existencia estaba allí, no queríais cambiar el viejo barrio por un sitio que ni siquiera sabíais muy bien por donde queda, no queríais molestar a nadie con vuestras pequeñas rarezas, ni queríais privaros del paseo diario para contarles vuestras penas y alegrías a la Esperanza.
              Por todo esto seguís allí, aferrados al desvencijado y viejo corral, por todo esto lo seguís adecentando, cuidándolo con mimo, dándole una manita de cal, pidiéndole a vuestros hijos, cuando raramente os visitan, os mande a ese amigo fontanero o electricista, para que os arregle los desagües o el enchufe del televisor, regando con cariño los tiestos de geranios, de pilistras y de yerbabuena que lo alegran.
               Por todo esto, cuando cada noche os vais a acostar, miráis con amor al cuadro de la Virgen Macarena que vela vuestro sueño sobre la cabecera de la cama, y le pedís con devoción que vuestro hogar no se derrumbe, al menos, mientras sigan latiendo vuestros viejos y cansados corazones.

ENVÍO : A ROSARIO PIUDO, la ultima inquilina de la ENCARNACIÓN, por reavivar la llama de las conciencias, a los que cruelmente fueron expulsado de sus casas y , sobre todo, a los que acosados por puntales y "asustaviejas"  y entristecidos por el progresivo desalojo de sus vecinos de toda la vida, consiguieron lo que más querían: terminar sus días bajo el techo de sus hogares. 

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